miércoles, 14 de mayo de 2014

La reina de Sab@ y los Invenibles (10 y 11/05/2014)

Al fondo del todo, el orco malencarado

Pues otro día más al torco... Aunque en esta ocasión, parece más una penitencia que una salida lúdica. Nos juntamos los siete habituales en el local, con un plan no muy apetecible: retirar cuerdas de la vía Kalashnikov en la que hemos estado trabajando los últimos meses (ya finiquitada), hacer una escalada de 20 metros en la Sala de la Cascada, y topografiar y revisar un pequeño ramal que salió tras una escalada más abajo, sin excesivas expectativas.

Llegamos secos a la cueva (al final, nos vamos a acostumbrar y todo), y para adentro. Marta y Zape nos amenizan el camino con algunas de sus recientes aventuras por México. El resto, menos viajado, ameniza el recorrido con la emisión de sonidos guturales diversos (por arriba y por abajo; escatología a tope).

Comemos algo en el vivac, y repartimos los grupos (su composición ha cambiado varias veces desde las nueve de la mañana). Cristóbal, Marta y Zape, que tienen ganas de caña, irán hasta la Galería de la Espeleogénesis para, desde allí, remorntar la nueva vía desinstalando. Wychy y Gelo realizarán la escalada de la Sala de la Cascada, y Pedro y yo revisaremos y topografiaremos el pequeño ramal.

Base del Pozo de la Galleta
Sin embargo, en la Sala de la Cascada hay cambio de planes: la supuesta escalada se queda en nada tras revisarla bien con el foco. Así que Gelo y Wychy se ahorran una considerable paliza. Visto lo visto, se bajan con nosotros al ramal pendiente.

Dicho ramal se encuentra unos 50 metros más abajo. Para acceder a él remontamos una cuerda fija barrosa y un incómodo pasamanos. Contra todo pronóstico, aparece allí un nivel relativamente bien definido, que nos sorprende. Gelo y Pedro comienzan a instalar un pozo que se encuentra al inicio, y Wychy y yo comenzamos a topografiar el ramal. Desciende de manera mantenida (20º), y pronto encontramos un par de meandros adyacentes que se unen al principal. La dirección es Sur y Suroeste, y tenemos la esperanza de que la suerte nos permita enlazar con la galería en la que estuvimos meses atrás, situada más allá de las horrendas gateras y que retrocedía de nuevo hacia el Este. Si lográramos conectar, las puntas de exploración en esa zona se reducirían mucho (ahora mismo están en unas 16 horas desde el vivac)

Tras unos cuantos metros, un tapón de arena obstruye parcialmente la galería. Sin embargo, la corriente de aire nos anima a seguir, y tras desobstruir y avanzar unos metros llegamos al ramal Este de la Galería de la Espeleogénesis: nuestro gozo en un pozo. De todos modos, y aunque no hemos logrado conectar con el sector que queríamos, supone un cierto atajo con respecto a la vía normal. Retrocedemos y revisamos algunas de las gateras laterales. A través de una de ellas damos también a la Espeleogénesis, acortando aún más el recorrido. Un nuevo conducto que nos lleva hacia el Norte nos hace recobrar la esperanzas. Sin embargo, tras unas cuantas estrecheces el meandro acaba desembocando cerca del inicio de esta pequeña red. Allí nos encontramos con Pedro y Gelo, que tampoco han tenido mayor suerte: unos pozos y una pequeña galería, y la cosa se vuelve impenetrable.

Desequipando la vía Kalashnikov
Decidimos explorar y topografiar una pequeña ventana colgada en una salita. De nuevo, su dirección Norte y su perfil ascendente nos hace renovar la esperanzas; estamos tan cerca de unir... Tras una estrechez intuyo un espacio más amplio, y la emoción aumenta... hasta que oigo el socarrón comentario de Pedro enfrente de mi: de nuevo, hemos salido al inicio de la red (es un verdadero laberinto de tubos).

Con pocas ganas ya, decidimos reinstalar la cabecera de la escalada, pues en un futuro esta vía nos evitará algunos minutos en nuestro recorrido hacia la zona profunda del sistema. Mientras Pedro y Wychy retocan la instalación, Gelo y yo echamos un último vistazo a un lateral en el que se intuye una fisura ancha y baja. Tras pasar (el jefe con dificultades, dado el tamaño familiar de su caja torácica), encontramos una salita con un desfonde en el que se ve una amplia galería. Me meto entre bloques, pero de nuevo la desilusión: hay huellas. No reconozco el lugar, así que supongo que debe de ser la galería que exploraron nuestros compañeros vascos en la semana santa del año pasado.
Sin embargo, mi decepción se atempera rápido cuando oigo el grito de Gelo: "¡Aquí hay una galería virgen y grande!" (sí, vale, la obsesión por lo de virgen parece otra cosa...). Tras un golpe en la cabeza con una piedra que ha decidido recordarme el principio newtoniano de la gravedad, llego a esa nueva galería: amplia, cómoda, con algún tubo ascendente... Renace la esperanza... pero ya es demasiado tarde, hay que volver al vivac.

Es como Ibiza, pero con Dormidina (cutres que somos...)

Remontamos con calma, haciendo cábalas sobre cuál puede ser la galería, y dónde nos podemos encontrar. Una vez arriba, nos encontramos con los demás. El trío estresado se ha subido una buena petatada, dejando la vía Kalashnikov completamente desinstalada. Y más importante aún: han empezado a hacer la cena: pasta fresca, jamón, queso... y pastel, cortesía de Cristóbal, para celebrar el cumpleaños de Marta. Que alguien tenga que pasar su cumpleaños en una puta cueva, rodeada de seis orcos con escasa higiene y peor humor dice muy poco sobre su vida social, pero bueno...

¿De verdad no hay mejores lugares para celebrar un cumpleaños?
Tras el "Happy Birthday" de rigor, todos al saco... y es cuando surge la magia de la dormidina. Alguien debería estudiar los efectos de este medicamento bajo tierra, puesto que cada vez que lo tomamos en un vivac, sus efectos se asemejan a un tripi (me han dicho...): la media hora de comentarios zahirientes, risas tontas y pullas varias son de lo mejor de la jornada... salvo para Wychy, al que la pastilla le ha dejado K.O. y no se entera de nada hasta el día siguiente. Ni siquiera los aullidos de Gelo, cuando una hora después se le sube el vasto (qué músculo tan adecuado para un espeleólogo...ah, no, que se escribe con V...) y requiere de los amorosos masajes de Marta para que vuelva a su sitio incomodan el descanso del guerrero.

Finalmente, Pedro toca diana con su habitual sutileza y cariño ("¡Arriba, vagos!"), y desayunamos, mientras nuestro corneta se queja de haber dormido mal. El diagnóstico de Wychy es inmediato ("Es que tienes mucho nervio..."), aunque me hace dudar de su ojo clínico. Acabado el ágape (bueno, el segundo o tercer ágape, en el caso de alguno), cargamos los petates con parte del material (hará falta para la campaña de este año de Fuente Fría), y salimos para afuera. En la parada técnica correspondiente volverá a hacerse patente la mente calenturienta y la nula habilidad plástico-manual de alguno de los componentes de la intrépida expedición.

Joder, tendríamos que haber aprendido a leer...

Ya en la calle, de nuevo nos libramos de la lluvia, y el mediodía nos encuentra en un hábitat mucho más acogedor, y al que verdaderamente estamos aclimatados: el bar. Por la tarde, ya pasada la topografía, las dudas sobre dónde estamos y cuál es la galería que hemos encontrado con pisadas no se despejan. De mientras, sumamos unos 300 metros, más otros 100 sin topografiar, lo que nos acerca a los 132 kilómetros. Habrá que esperar a la próxima expedición para ver qué nos depara esa nueva galería, así que voy a ir haciendo acopio de dormidinas lisérgicas...

Fotos: Marta Candel

Prueba superada again...

4 comentarios:

  1. No se habla de la edad de las chicas que es de mala educación..

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    1. Me temo que de educación no andamos muy sobrados... Además, los lleva estupendamente...

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    2. Marta no tiene problemas con eso de los años... como siempre ha aparentado mas de los que tiene....
      Felicidades con retraso

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  2. No pasa nada ... llevo los 40 con mucho garbo ;)

    Marta

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